jueves, 21 de noviembre de 2013

El cartabon vicioso del Poder.

El cartabón[1] vicioso del poder.

Quiero ofrecer a través de este articulo  un espacio para seguir pensando “esto que somos los paraguayos[2]”, tal vez a alguno le suene “pesimismo con grado de enfermizo”, o tal vez a otro, realidad pura que se expresa algo de verdad. No niego voy a utilizar algunas palabras en guaraní.  
Sonara  una antropología del hombre paraguayo, tal así,  encuentro una inmensidad de objetos de estudios,  riqueza enorme  como localizar y comprender las actitudes que corresponde a “los del Paraguay”.
 El nombre de  Paraguay, etimológicamente tienen varias interpretaciones. Pero lo que más se aproxima a mí entender y que todos también coinciden es  “payagua o paragua[3]  es una tribus indígena guaraní y la vocal “Y”  que alude al agua. Entonces esta expresión nos lleva  a que Paraguay  y los paraguayos poseen una identidad rica arraigada de carácter ancestral. 
En este trabajo quiero tocar algunas de las tantas  características que tienen los paraguayos, reconocido por su diversidad cultural y sentido de pertenencia de esta bendita tierra. El tema  que quiero abordar es lo siguiente. Se trata del “poder” transfigurado por la “autoridad”. Soy consciente que es un  tema bien candente, tiene raíces muy profundas en la cultura paraguaya. Me atrevería a decir que todos llevamos muy dentro, el deseo de mandar, del hacernos  “el tonto” para mantenerse  al poder y cuidar el “soquete” aliándose con otro mayor.
Entonces, el tema es el poder, y dentro de él la temática  la autoridad y  el cómo mantenerse ante la autoridad, las posibles estrategias para aguantar y crecer como identidad digna. En esto voy a dividir en tres partes para describir las actitudes del paraguayo. Yo reconozco que esta descripción a las características tal vez subjetiva,  pero tengo la certeza que no estamos lejos, lo estamos arrastrando de alguna manera, seguimos siendo “vyro” “ñemboletrado” “mandase”. Es por eso elegí estas tres palabras que describe perfectamente y son: La ley  mbarete, La ley del ñembotavy, El Paino (padrino).  
La ley del MBARETE.  Existe en la cultura Paraguaya,  sobre todo en el campo del poder,  una trayectoria que nos va arrastrando como una identidad más y nos creer que son  nuestros,  es decir, esta tradición -por llamarlo así -se entiende que solo con la fuerza uno mantiene  el poder y se mantiene en el poder. Generalmente esta clase de  autoridad  ejerce “por medio de la fuerza o la coacción”. Encontramos en ciertos personajes  estas características, que  utilizan frecuentemente son usados, Ej.  “El Kara´i Pa´i, Che ruvicha, Mburuvicha” y otros más. Ya en la familia uno tiene impregnado que el Papá es la cabeza de todos y lo gobierna la casa con autoridad, tal así, el hijo mayor se le atribuye tiene cierto poder ante los más pequeños, nadie puede objetar lo que manda el mayor o la mayor.
En el  guaraní, como una lengua tan dulce de expresión oral, encontramos ciertas características  que nos hablan directamente acerca del poder y la autoridad como expresión del “Mbarete”
Tal así. Como,    El que puede - puede y el que no puede chía, “Marä ñamanda?” (¿para qué tengo el poder?), Autoridad lee como quiere, “Kara’i Pa’íma he’i”. (El Cura ya dijo). Son algunos que se conoce fuertemente. El paraguayo debe ser obediente ante la autoridad y el que tiene el poder debe mandar. Nadie puede objetar su idea. “Soy el tendota” (soy el que manda)  
El que manda tiene ciertas características como aquel que “sabe todo” es inapelable, no admite el dialogo o consulta y si lo hace es gesto de debilidad o para amenazar.   Tiene el poder absoluto. Esto significa, esta  absuelto de otro fundamento, basado en la fuerza, no admite réplica.
Finalmente el paraguayo tiene cierta tendencia que nunca haber dejado el cuartel o nunca haber terminado la guerra. Existe paradigma del soldado: El paraguayo es un soldado. Herencia de la guerra. Ve a la Autoridad  a este  que “oñe’ê hatä vaerä” (que habla fuerte). Queda en el inconsciente que la autoridad es absoluta, indiscutible, es como el contexto de guerra permanente y la patria necesita súbditos obediente para defender la tierra. En la conciencia o mejor dicho en la inconciencia del paraguayo se queda la figura del Dictador Francia y el valiente Francisco Solano López como autoridades que supieron hacer del poder algo valioso del Paraguay.
La ley del ÑEMBOTAVY: Sumisión inconforme. Otra faceta de la realidad del paraguayo. “Todo pasa”, “tranquilo nomás”  “Ekirirïnte” (cállate nomás), “ani repena” (no le haga caso), “Upéi ejapo la rejaposéva” (después hace lo quiera), “Kure lómo”. “Kure sapalloty”. Tranquilízate nomás, no pasa nada. “Hazte el Letrado,  el vivo en todo”.
El “ñembotavy” es una estrategia solida del paraguayismo, una forma de ser común de los paraguayos. Es esta estrategia forma parte liberar cierta responsabilidades que debe asumir.
La raíz principal es el miedo a la represión “tranquilízate nomás, todo va a pasar”. Es una especie de cobardía, una forma de aguantar las represiones. Entonces,  cuando la represión es muy dura no es debilidad o ser tonto, es una estrategia razonable de sobrevivencia, un mecanismo de defensa del débil.
Esta sumisión tiene un virus dentro: “ágante che” (me va tocar algún día). Es un virus que actúa como reproductor del cartabón. En el fondo, esta estrategia es una forma de seguir manteniendo el estado o puesto en que está, es una forma de alimentar el poder que tiene, sabiendo que a la autoridad no se puede responder “mbohovái” de mala gana.
Podrimos determinar que son  características ganadas  después de la guerra  de la triple alianza, ya que, lo que en ese tiempo la única alternativa es ser sumiso, aceptar todo, no alzar la vos a la autoridad, ni ponerse  en desacuerdo a él, y esperar tiempos mejores. Y  De la misma manera la conocida experiencia de la dictadura de Stroessner, uno debe permanecer callado, “ñembotavy”, para mantenerse y estar libre de problema.   
Si bien, esta característica incrustada fuertemente en el paraguayo son productos del deseo de salida a tener otra visión de la falsedad, la doblez en el discurso, el estar de acuerdo en todo. Entretanto,  doblego hasta llegar nuevamente a lo que quiero. Es una especie de poder, de autoridad, entendida de otra forma. Soy obediente, sumiso porque no quiero perder mi poder, mi silla, mi trabajo, mi puesto.… “Ndacherovamoköi, aikokuaánte”…
Entonces, nuevamente el miedo a la pérdida y al abandono son las que agita al paraguayo. Miedo a perder una situación cómoda: “Ganancias secundarias”. Otro me soluciona, yo no lucho, yo dependo, tengo mi “kavaju” mi caballo (es más cómodo). Es fácil ser  “Ñembotavy” ante la situación.  Autoridad puede lucrar con este esquema (al sumiso, al que acepta todo) y sacar provecho pero no hace crecer a su pueblo, lo mantiene en la inmadurez y el servilismo… No lo trata como adulto, no le da su lugar y no se pone en el suyo. Ej. Los políticos que mantienen bajo su mando a sus caudillos.
  El PAINO (padrino)  Amistad (Paraguay es el país de los amigos). El paraguayo busca tener amistades con las autoridades, gusta llamar patrón a los que tienen plata. Un placer para el paraguayo tener un compadre o ser ahijado de algún  político  o gente importante.
Creo que  llevamos en el alma este deseo de que nos reconozca, pero como no podemos buscamos estrategias de aliarnos en gente importante. Siempre estamos en búsqueda ventaja para salvaguardar nuestro pellejo, nuestro soquete y sobre todo ser conocido.
En esta tercera característica a la que llamo “Paino” encuentro una tendencia más subversivo, mas despreciativo “del ore trivial”, es decir, una vez ganada a la autoridad, esta me sirve como respaldo, me hago su pariente y lo incluyo como parte mío aun el desprecio de su bondad conmigo.  Existe una pertenencia, una reciprocidad ya que la autoridad se debe a los suyos, no olvida a su “correli”. Es entonces ofrece una salida al muro de la autoridad cerrada, una manera de ablandarla admitida por la cultura.
En esta parte entra las famosas y conocidas palabras usada coloquialmente en todas partes. Mi  Pariente, “chamigo” (mi amigo), “che correli” (mi correligionario)  “che socioite” (mi socio), “che vallegua” (mi compueblano),  camarada,  compadre, ahijado,  “tovaja” (mi cuñado)….
Existe una fuerte relación entre la autoridad y el otro que quiere apadrinarse llegando a formar  un círculo vicioso de mantenerse cada cual en su estado. En esto, la autoridad fuerte que sirve a los suyos es el famoso “Che kavaju” (mi caballo), la palabra usada del que manda  “mi recomendación” o “mi recomendado” y con esto nace los favores. Como ya mencione, un poco más arriba,  el que tiene  poder busca tener a alguien sobre su dominio, y el que no la tiene busca estar bien con todo, ser amigo de todo y en especial con la persona de mucho poder,  ser correspondido, ganar favores, no crear problema, se “apadrina”.
Entretanto, en la psicología del paraguayo están bien impregnadas las tres características ya nombradas, esto es, nadie quiere perder el “poder”- la autoridad”, utiliza modos y estrategias para salvar y una de ella es el “Mbarete”, por otro lado, nadie quiere enfrentar al poderoso (autoridad), por eso, busca actitudes de como paliar situaciones utiliza el método del  Ñembotavy- ser sumiso-, y finalmente con la autoridad tiene que mantener buena relación , en tanto que, una manera para llegar a esta es asumir  ser su ahijado o su compadre.    
 Al fin y al cabo, son tres tipos de hombre frente al poder y cada una representa y acciona según la capacidad dada. Nadie es menor que otro,  todo al final gana, todo mantiene su status o posición.
Este articulo tiene su segunda parte….. quiero profundizar más detalladamente!!!!



[1] Un cartabón es una plantilla con forma de triángulo rectángulo escaleno que se utiliza en dibujo técnico. Pueden ser de diferentes tamaños y tener una escala gráfica, para usarse como instrumento de medición. Elegí este nombre para reemplazar el nombre de triangulo.
[2] Las comillas son para resaltar con mayor intensidad. Solo cumple para llamar la atención en la lectura.  
[3]  Todos los que van entre comillas (“”) seguido con cursiva son palabras en guaraní. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

La "implicancia" del estar en la universalidad
Cuando  hablamos de filosofía utilizamos cierto lenguaje cuyo contenido necesariamente debe revestir el carácter de universal, pues evidentemente en filosofía nos valemos de conceptos universales para  dialogar con los otros. Podríamos determinar, por consiguiente, que la filosofía ocupa un lugar preeminente ya que ella no excluye conceptos universales, sino más bien, incluye tales conceptos en su razonamiento  como elemento integrador del pensamiento humano. Por filosofía entendemos que es aquella que busca la Aprehensión de la realidad como un todo y la consideración de las cosas como parte de un sistema universal. 
No olvidemos que la filosofía ha existido desde siempre como respuesta al desafío de la realidad. Por citar algunos filósofos importantes, Platón que intenta resolver los problemas de la polis griega, San Agustín que estudia el relacionamiento entre cristianos y paganos, Kant que reflexiona sobre el individuo en la modernidad y Hegel que inscribe la historia  a la luz de los acontecimientos confrontativos - generadores  de crecimiento.
Entonces, Si bien para el filósofo L.A. Leopoldo Zea la filosofía tiene carácter regional debido a que sus respuestas se han dado en función de resolver problemáticas de un tiempo y lugar determinado, no más cierto también,  que la filosofía tiene carácter universal en razón de los conceptos que utiliza, que evidentemente son universales.  Así también, el pensador J.C. Scanone cuando habla en defensa del mestizaje cultural se apoya en conceptos y nociones integrados en una estructura de lenguaje universal. De allí que cuando tratamos de identidad latinoamericana hacemos filosofía y en ese proceso nos valemos de diversos conceptos para explicar nuestro pensamiento, por lo que necesariamente estamos aportando algo a la universalidad a pesar de que tal hecho no haya estado en nuestra intención primera. 
Por tanto, si pretendemos encerrarnos en hablar de la identidad solo en nuestro contexto regional sin pretender trascender, estamos pensando de una manera un poco atrasada, con todo respeto. Bien sabemos que solo la filosofía busca respuestas a los grandes problemas que se plantea el ser humano, problemas que son comunes a todos, razón por la cual es necesario creer en la integración universal sirviéndonos de un pensamiento incluyente sin ignorar la cultura de ningún pueblo.
Siguiendo la tradición filosófica encontramos que muchos filósofos comparten que  la esencia del filosofar radica en el principio dual del logos, es decir, la razón y la palabra. Razonar, por un lado sirve para tomar conciencia de lo externo y someterlo a las categorías de comprensión interna y, por otro lado,  el logos es la palabra, es esa capacidad de poder comunicar a los demás, lo definido. Por tanto, tal capacidad de comprender y hacerse comprender mediante el lenguaje en filosofía está claramente condicionada por el afán de ser comprendido por la universalidad de los otros.
Cuando Enrique Dussel, filósofo L.A., habla de que la conciencia es conciencia de alguien apartándose de la noción de conciencia de algo del filósofo alemán Edmund Husserl, en el fondo, entendemos que nos está queriendo decir que ese alguien es precisamente el otro, el otro universal al que pretendemos aportar nuestra particular visión cuando hacemos filosofía.
 Por tanto, también entendemos que ese alguien al que Dussel hace referencia tiene sentido y relación directa con el otro del que habla Lévinas, el otro con el que entablamos una relación, valga la redundancia, horizontal, es decir de tú a tú, por lo que no cabría ni pérdida de la identidad en la universalidad, ni la fagocitación cultural en virtud de una asimetría, pero que para la bancada a favor parece ser una cortina ilusoria “impedidora” del verdadero diálogo filosófico. 
Como bancada reconocemos que todo problema de la realidad tiene un carácter filosófico y, hablar de filosofía es incluir en la universalidad y generar respuestas acerca de esos problemas para la universalidad. El mismo Leopoldo  Zea consideraba que la universalidad de la filosofía dependía de la capacidad de los hombres y pueblos para hacer de la razón un instrumento de comunicación, de diálogo para el intercambio de experiencias para comprender y hacerse comprender. Siguiendo a Leopoldo Zea nos: “si hablamos ahora de una filosofía auténticamente universal, no es porque la naturaleza de la filosofía haya cambiado, sino porque los problemas, por primera vez en la historia de la humanidad, son universales”.
Entonces, en la medida en que haya problemas que afectan a todos los seres humanos por igual, más allá de las diferencias y experiencias  propias, la filosofía L.A. tiene una dimensión universal en la actualidad, tal como nuestra bancada viene postulando y así como ya antes dijo nuestro primer argumentador “tal vez cabría en los años setenta la pregunta por la identidad L.A”, pero no hoy en día.
Entonces dejemos de preocuparnos de la identidad, existen varios conceptos de realidades q podrimos pensar.  Es necesario revestirnos como hombres L. A que sale de su “minoría de edad”
En definitiva nuestra bancada apuesta a una solución por la integración universal, asumir nuestra diversidad en la universalidad como tema que abre el camino a la integración. Por tanto, aceptamos el mestizaje cultural como clave de interpretación de nuestra identidad, pero así también creemos que debemos que el tema está superado. No buscamos ningún idealismo totalizante, absorbente, excluyente, tiranizante sino como bancada creemos que hablar de universalidad no excluye la identidad de cada pueblo, sino al contrario la orienta, integra y revitaliza.
Muchas Gracias!!!


martes, 3 de septiembre de 2013

La libertad y el Factum

La libertad de la voluntad, que en sí misma no es otra cosa que libertad del pensamiento, está limitada de la misma manera que la libertad de pensar. El pensamiento no puede ir más allá del horizonte hasta el que se extienden las ideas; sin embargo, éste se basa en las percepciones que se van adquiriendo y puede ampliarse conforme lo hace. Asimismo, la libertad de la voluntad puede expandirse también hasta ese mismo punto, si bien, dentro de tales confines, es ilimitada. Otra cosa distinta es el obrar de la voluntad; la facultad de hacerlo se nos impone de manera fatalista.
En la medida en que el fatum se le aparece al hombre en el espejo de su propia personalidad, la libre voluntad y elfatumindividual son dos contrincantes de idéntico valor. Nos encontramos con que los pueblos que creen en un fatumdestacan por su fortaleza y el poder de su voluntad, y que, en cambio, hombres y mujeres que dejan fluir las cosas tal y como van, ya que «lo que Dios ha hecho bien hecho está», se dejan llevar por las circunstancias de manera ignominiosa. En general, «la entrega a la voluntad de Dios» y la «humildad» no son más que las coberturas del temor de asumir con decisión el propio destino y enfrentarse a él.
Ahora bien, por más que se nos aparezca el fatum en su condición de delimitador último como más potente que la libre voluntad, no debemos olvidar dos cosas: la primera, quefatum es tan sólo un concepto abstracto, una fuerza sin materia, que para el individuo sólo hay un fatum individual, que el fatum no es otra cosa que una concatenación de acontecimientos, que el hombre determina su propio fatumen cuanto que actúa, creando con ello sus propios acontecimientos, y que éstos, tal y como conciernen al hombre, son provocados de manera consciente o inconsciente por él mismo, y a él deben adaptarse. Pero la actividad del hombre no comienza con el nacimiento, sino ya en el embrión y quizá también -quien sabe-, mucho antes en sus padres y sus antepasados. Todos vosotros, que creéis en la inmortalidad del alma, tendréis que creer primero en su preexistencia, si es que no deseáis hacer que algo inmortal surja de lo mortal; también habréis de creer en esa especie de existencia del alma si es que no queréis hacerla flotar por los espacios hasta que encuentre un cuerpo a su medida. Los hindúes dicen que el fatum no es otra cosa que los hechos que hemos llevado a cabo en una condición anterior de nuestro ser.
¿Cómo podrá refutarse el argumento de que no se haya obrado ya con conciencia desde la eternidad? ¿Desde la conciencia aún sin desarrollar del niño? Aún más, ¿no podremos afirmar que nuestra conciencia está siempre en relación con nuestras acciones? También Emerson dice:
«El pensamiento siempre se halla unido
a la cosa que aparece como su expresión»
¿Puede afectarnos una nota musical sin que exista en nosotros algo que le corresponda? O, dicho de otro modo: ¿podremos captar una impresión en nuestro cerebro si éste no posee ya la capacidad de recibirla?
La voluntad libre tampoco es, a su vez, mucho más que una abstracción, y significa la capacidad de actuar conscientemente, mientras que, bajo el concepto de fatum, entendemos el principio que nos dirige al actuar inconscientemente. El actuar en sí y para sí conlleva siempre una actividad del alma, una dirección de la voluntad que nosotros mismos no tenemos por qué tener ante nuestros ojos como un objeto. En el actuar consciente podemos dejarnos llevar tanto más por impresiones que en el actuar inconsciente, pero también tanto menos. Ante una acción favorable suele decirse: «me ha salido por casualidad». Lo cual no necesita en absoluto ser verdadero. La actividad psíquica prosigue su marcha siempre con la misma intensa actividad, aun cuando nosotros no la contemplamos con nuestros ojos espirituales.
Es como si, cerrando los ojos a la luz del sol, opinásemos que el astro ya no sigue brillando. Sin embargo, no cesan ni su luz vivificante ni su calor, que continúan ejerciendo sus efectos sobre nosotros, aunque no los percibamos con el sentido de la vista.
Así pues, si no asumimos el concepto de acción inconsciente como un mero dejarse llevar por impresiones anteriores, desaparece para nosotros la contraposición estricta entrefatum y libre voluntad y ambos conceptos se funden y desaparecen en la idea de individualidad.
Cuanto más se alejan las cosas de lo inorgánico y más se amplía la formación y la cultura, tanto más sobresaliente se hace la individualidad y tanto más ricas y diversas son sus características. ¿Qué son la fuerza interior y la autodeterminación para el actuar y las manifestaciones exteriores -su palanca evolutiva-, sino voluntad libre y fatum?
En la voluntad libre se cifra para el individuo el principio de la singularización, de la separación respecto del todo, de lo ilimitado; el fatum, sin embargo, pone otra vez al hombre en estrecha relación orgánica con la evolución general y le obliga, en cuanto que ésta busca dominarle, a poner en marcha fuerzas reactivas; una voluntad absoluta y libre, carente defatum, haría del hombre un dios; el principio fatalista, en cambio, un autómata.

jueves, 29 de agosto de 2013

Cancion: El ejecutivo
Cancion: Maldición de Malinche
Homilia del Monseñor Romero

“Pensamiento Abierto” Jaime Rodríguez Arana

PENSAMIENTO ABIERTO
Una de las características que mejor define el pensamiento dominante, si es que se puede llamar pensamiento, es su condición estática e ideológica. Se trata de un precipitado necesario de las llamadas ideologías cerradas que por desgracia acampana entre nosotros desde la llegada al gobierno de los actuales dirigentes. En casi todos los aspectos de la vida social se observa esa penosa división entre buenos y malos, retrógrados y progresistas, ricos y pobres que es la principal señal de identidad del intento de aplicación a la realidad de un modelo teórico de laboratorio.
Como consecuencia de las ideologías cerradas, aquellas que parten de la presunción de solución de todos cuantos problemas jalonan la existencia colectiva de la humanidad, que son estáticas por propia naturaleza, surge la necesidad, incluso la pasión, para quienes así operan, de situarse en la vida política social y política con un sentido perverso, por cerrado: la izquierda y la derecha, los de arriba y los de abajo, los de delante y los de detrás. Es decir, estar posicionado -de un modo maniqueo- en “la izquierda, abajo y adelante” o  en “la derecha, arriba y detrás”, ha traído consigo el olvido lamentable de la tradición cultural de la que procedemos y que contribuimos a crear: una tradición de libertad, de pluralismo y de profundo respeto a la dignidad de la persona. Sin embargo, presos como estamos de imperio del pensamiento único, estático, cerrado e incompatible, deudor de la dictadura de las ideologías, seguimos hablando de explotadores y explotados, de retrógrados y progresistas, de ricos y pobres, expresiones que además de profundamente simplistas son formulaciones que denotan una real actitud de miedo a la libertad, a la riqueza plural de la gente, que no es traducible a etiquetas reduccionistas de su condición, y un profundo miedo a la búsqueda de soluciones  a  los problemas que aquejan a nuestra sociedad.
Ordinariamente, el pensamiento cerrado y estático que acompaña a las ideologías cerradas parte de la afirmación de prejuicios y de  concepciones simplistas de la realidad, que son indicativas de pobreza discursiva o de inmadurez política y humana. Por el contrario, el pensamiento abierto, dinámico y compatible, como estilo intelectual que responde a la realidad de las cosas, permite superar ciertamente las ideologías cerradas. No en el sentido de aislarlas y dejarlas sin lugar, que lo tendrán mientras haya gente con la disposición de aplicarlas, sino más bien en cuanto abren en el horizonte un espacio de pensamiento que rompe la bipolarización izquierda-derecha y que se caracteriza por su naturaleza abierta, crítica, plural y antidogmática, justo lo contrario, por ejemplo, de esa educación ciudadana pensada para disponer de ciudadanos en serie, a la medida, cortados por el patrón de la sumisión, la manipulación y el miedo a la libertad.
Hoy, debemos superar, si es posible, el ambiente en el que se desarrollan las ideologías cerradas: la lucha por la consecución de determinadas cuotas en el mercado ideológico. Es decir, la confrontación ideológica es, en primer lugar y sobre todo, captación de ideas, pero no enfrentamiento ideológico, con lo ello supone de entender la concepción de ideas como instrumento de poder, sino diálogo, siempre abierto al entendimiento, que ciertamente puede llegar o no.
El pensamiento abierto, plural, dinámico y complementario es necesariamente un pensamiento más complejo, más profundo, más rico, en análisis, matizaciones, supuestos y, por supuesto, aproximaciones a lo real. Es más, esta modalidad de pensamiento lleva a un enriquecimiento del discurso democrático. Si el pensamiento único, estático e ideológico prevalece, como ocurre entre nosotros, el discurso político se repliega, se cierra y se concibe como un instrumento de poder, de dominación que aplasta la pluralidad y la apertura connatural a la democracia. La apertura del pensamiento político a la realidad reclama un notorio esfuerzo de transmisión, de clarificación, de matización, de información, un esfuerzo que puede calificarse de auténtico ejercicio de pedagogía política que, por cuanto abre campos al pensamiento, los abre asimismo a la libertad.
Hoy, en España, insisto, necesitamos volver a recordar la centralidad de la persona, de sus libertades. Necesitamos denunciar siempre que sea necesario que el poder se tiene sentido en la medida en que facilita el bienestar integral de las personas, del pueblo. Algo que hoy brilla por su ausencia sencillamente porque quienes nos gobiernan parece que sólo piensan en conservar a toda costa el poder.
Los postulados del pensamiento abierto, plural, dinámico y compatible nos invitan hoy a reivindicar que el poder político cumpla el papel que le corresponde y que deje de manipular el espacio público excluyendo todo lo que impida su modelo de dominación social. La educación libre y plural es una forma de romper ese modelo. Por eso, la lucha por la libertad de enseñanza es, ahora, una prioridad en la que librar una gran batalla cívica:  la libertad real de las próximas generaciones.